En
los documentos en los cuales los Ex Secretarios hemos ido exponiendo nuestro
pensamiento, ha quedado claro que consideramos al sector nuclear como una de
las alternativas interesantes y posibles para poder cambiar la matriz energética,
excesivamente dependiente de los hidrocarburos.
Argentina
posee una rica historia en materia de desarrollo de la tecnología nuclear que
se remonta a la creación misma en 1950 de la Comisión Nacional de Energía
Atómica. Nuestro país ha sido pionero en este desarrollo, tal como lo acreditan
la ejecución de las centrales Atucha (1974) y Embalse (1983), la performance de
operación de estas centrales en los últimos 40 años. Son destacables los
importantes logros en medicina nuclear y el aporte al desarrollo científico y
tecnológico argentino y a la formación de recursos humanos de excelencia que
han hecho la CNEA y las instituciones vinculadas al sector nuclear en todos
estos años.
Es
un hecho muy auspicioso que la Central de Atucha II esté finalmente
cumplimentando desde fines de mayo las rutinas de puesta en marcha: primera
puesta a crítico y conexión a la red con vistas a su operación comercial, que
anhelamos tenga la misma performance de eficiencia que tuvieron las centrales
que las precedieron. Sabemos de las dificultades técnicas inmensas que
significó llevar adelante esta tarea; nuestra felicitación y reconocimiento
para los técnicos de NA SA.
Sin
embargo, resulta cuanto menos llamativo que el ministro De Vido califique a la Central Nuclear Atucha II como
uno “de los hitos más trascendentes en materia energética”. Esta afirmación
hecha en un contexto de crisis energética profunda, como la que atraviesa hoy
Argentina y hecha en los finales de un gobierno, merece al menos un comentario
por nuestra parte y una advertencia.
Lo que requiere un sistema energético
Desde
el punto de vista del funcionamiento de un sistema energético, la experiencia
de estar inaugurando en 2014 una central contratada en 1980 es una experiencia
que no puede volver a repetirse.
Un
sistema eléctrico bien planificado requiere la instalación de centrales eléctricas de diseños probados,
ejecutados en tiempos de obra normales (7 años en una central nuclear), con una
financiación asegurada, y con costos de construcción reales que no excedan de
los proyectados. No alcanzar estos objetivos implica afrontar grandes
inconvenientes futuros que recaerán en los usuarios del sistema energético, y
en la economía toda.
La
experiencia de Atucha II, una central prototipo con un diseño que ningún país
del mundo utiliza y cuyo diseñador, la empresa alemana Siemens, dejó de
fabricar por no competitivo, fue contratada en 1980 sin contar con fuentes de
financiamiento que aseguraran los fondos necesarios para terminar la obra en
tiempo y en forma. Esta experiencia no
se debe repetir, para lo cual -una vez terminados los festejos y discursos
que seguramente tendrán lugar con motivo de la inauguración oficial- debe
analizarse dicha experiencia con minuciosidad, transparencia con objetividad para no repetir errores.
La terminación de Atucha II:
los montos y los plazos
No
puede pasarse por alto que el gobierno del presidente Néstor Kirchner decidió,
en 2004, finalizar la obra. Para ello se tuvieron en cuenta dos datos
relevantes que se destacaron al tomar
esta decisión: el principal es que, según lo oficialmente informado, para completar Atucha II sería necesaria una
inversión razonable del orden de los US$ 700 millones, que para una potencia
bruta de 745 MW la tornaba muy atractiva. El otro dato muy importante,
destacado por las autoridades, señalaba que el plazo de ejecución sería de
apenas 52 meses, o sea que a fines de 2010 estaría en operación comercial.
Esos
745 MW eran importantes, porque la capacidad excedente en generación que había
recibido la administración Kirchner se iba agotando, y aunque lo negaran, ya
resultaba insuficiente, dando origen en 2007 a una crisis de abastecimiento eléctrico.
La
realidad resultó ser muy diferente a aquellas estimaciones iniciales realizadas
por las autoridades ministeriales: los costos de construcción se multiplicaron
más de cuatro veces: el último dato conocido es que ya se llevan gastados más
de US$ 3.200 millones, y los plazos se han duplicado.
Pero
no solo es grave esta falla en la gestión. También hay que señalar la absoluta falta de transparencia en
los gastos y las contrataciones.
Nuestra
conclusión es que un desvío tanto respecto de los gastos incurridos, de casi 400%
respecto a lo anunciado al tomar la decisión, como de los plazos con un 100% de
exceso en el cronograma de obras, requieren una explicación detallada y
verificable por parte del Ministerio de Planificación Federal. O la decisión estuvo mal tomada y habrá que asumir una
responsabilidad política, o bien existen sobrecostos por gestión deficiente de
las contrataciones.
Se impone una auditoria
sobre lo actuado entre 2004 y 2014
Resulta
imprescindible realizar una auditoría integral para conocer:
1)
Por qué y en qué se ha producido tan importante desvío respecto del presupuesto
inicial,
2) Otras decisiones discrecionales de contrataciones y compras.
El futuro nucleoeléctrico
argentino
Es
fundamental para el futuro del desarrollo nucleoeléctrico argentino su
inserción armónica y racional dentro de sector energético argentino. Debe
comprenderse que no existe posibilidad de desarrollo autónomo. La experiencia
de Atucha II debe ser transparentada, entendida y aprovechada.
Argentina
necesita, en caso de construir nuevas centrales nucleares, que estas sean de
diseño probado (es decir nunca más un prototipo), que tengan asegurada su
factiblidad técnica, económica y ambiental, que antes de comenzar su ejecución
tengan la financiación asegurada y
finalmente que su inversión pueda ser repagada con las tarifas de los
consumidores.
Vemos
con mucha preocupación que el gobierno, a un año de dejar su mandato de 12 años,
y con un presupuesto nacional con un elevado déficit fiscal y fuertemente
distorsionado por los subsidios energéticos, se embarque en proyectos nucleares
que condicionen fuertemente el futuro y sin haber hecho los estudios necesarios
ni promovido el debate más trasparente que esta importantísima cuestión
requiere.
Propuesta
Finalmente,
creemos que vale la pena que la política nuclear argentina se enmarque
definitivamente en compromisos de largo plazo que comprometan a las fuerzas
políticas nacionales y también a sectores académicos y empresariales en un
esfuerzo conjunto y de largo plazo.
Los
Ex Secretarios de Energía hemos propuesto en forma abierta y sin exclusiones a
las fuerzas políticas nacionales una DECLARACIÓN DE COMPROMISO, que está siendo firmada por las
principales fuerzas políticas argentinas, incluyendo hasta este momento a tres
precandidatos a la Presidencia de la Nación para las elecciones nacionales de
2015.
En
lo específicamente atinente a la
cuestión nuclear, el punto IV establece:
“OBJETIVOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE CENTRALES NUCLEARES:
“Por ley especial del Congreso, se determinarán los objetivos del Plan de Construcción de Centrales Nucleares en base a las necesidades energéticas proyectadas y a criterios técnicos, económicos y ambientales. Se promoverá el desarrollo de generación nucleoeléctrica a través de un programa que contemple: la actividad de la industria atómica y su tecnología, las últimas condiciones de seguridad a nivel mundial y las factibilidades económica y financiera”.
Firmado:
Emilio Apud - Julio César Aráoz - Enrique Devoto -
Roberto Echarte
Alieto Guadagni - Jorge Lapeña - Daniel Montamat -
Raúl Olocco
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